¿ CUÁNTO VALE UNA PINTURA ANTIGUA?
Muchas veces, la gente me pregunta cómo pueden averiguar el valor de un cuadro antiguo, que desde siempre ha estado en su casa, acaban de heredar o de alguna forma conseguir. Lo habitual suele ser dar palos de ciego, preguntando a unos u otros. Pues bien, para averiguar el valor económico de una pintura antigua, primero hay que expertizarla y luego valorarla. Son dos operaciones distintas, aunque van muy unidas.
• Expertizar o autentificar un cuadro es determinar su época, escuela, posible autoría y autenticidad del mismo. Se hace por medio de un estudio histórico y una serie de pruebas técnicas y analíticas. De este proceso, un poco complicado, pero muy interesante, hablaremos en profundidad en una próxima entrada.
• Valorar o tasar una pintura es determinar su valor económico. Para ello es imprescindible que antes esté expertizada, ya que por muy hermoso que sea el cuadro, su posible precio variará muchísimo en función de los resultados de la autentificación.
Supongamos que inesperadamente acabamos de heredar de un lejano tío soltero una serie de bienes, entre los que se encuentra una hermosa pintura antigua de buen tamaño. Sabiamente aconsejados, recurrimos a los servicios de un experto (que puede ser un historiador, anticuario, restaurador, una casa de subastas), que tras realizar la expertización o autentificación, nos dice que posiblemente se trata de una obra de José Benlliure (famoso pintor valenciano de finales del S. XIX). Muy bién, ahora lo que queremos es saber cuánto dinero nos pueden dar por ella. Vamos, cual es su valor de tasación.
Lo habitual es recurrir a los catálogos de las casas de subastas para averiguar los precios de remate más recientes de las obras de Benlliure y en función de los mismos, determinar el valor de nuestro cuadro. Con esto obtendríamos una primera aproximación, ya que sobre ese supuesto valor, luego el mercado, y la ley de la oferta y la demanda, imponen una serie de curiosas y a veces caprichosas reglas no escritas, que pueden modificar mucho al alza o a la baja, el precio del mismo.
LAS REGLAS NO ESCRITAS PARA SABER LA COTIZACION DE UN CUADRO
1º- Teóricamente, cuanto mejor es el cuadro, mejor se vende
Esta debería ser la primera norma. A mayor calidad artística del cuadro, mayor precio. Sin embargo, dado que los conocimientos necesarios para apreciar y valorar estéticamente un cuadro, no lo suele poseer todo el mundo, hay toda una serie de factores que influyen y que en muchos casos llegan a pesar más que la calidad real del cuadro.
2º- Cuánto más conocido y cotizado sea el pintor, mayor cotización.
Los cuadros firmados se venden mejor que los anónimos. Cuanto más conocido sea el autor, mejor. Si se tienen datos de su vida, otras obras, aparece en subastas y hay referencias de ventas suyas, aumentan mucho sus posibilidades de venta. Si además tiene algún cuadro colgado en museos, pues aun mejor. Muchas veces he comprobado que los galeristas y anticuarios son incapaces de reconocer un buen cuadro anónimo a primera vista, pero sin embargo dominan a la perfección nombres, firmas, cotizaciones y los precios asociados a ellas.
3º- Los pintores locales venden más que los no locales.
Un cuadro de un buen discípulo de Sorolla, siempre se venderá mejor en Valencia que en el País Vasco. El pintor será más conocido y siempre habrá gente dispuesta a comprarlo ya que se identificará más con lo representado. Igualmente un pintor gallego, por muy bueno y valorado que sea, en Valencia siempre tendrá menos tirón que en Galicia. De lo que se desprende siempre que hay que tratar de vender el cuadro en la tierra natal del pintor o donde desarrolló su carrera. La excepción es Madrid, ya que es el primer mercado de España y tiene mucha fuerza para todo.
4º- Si lo pintado algo local y reconocible, se venderá mejor.
Va en la misma línea que lo anterior. Todo galerista o anticuario te dice que si en el cuadro hay pintado una vista de algo muy reconocible y emblemático de la ciudad (una plaza, edificio, monumento), se venderá mucho mejor que otro cuadro quizás de mejor calidad, pero con un motivo más ajeno. A la gente le gusta tener en su casa vistas de su calle, pueblo o ciudad. Cosas que le resulten cercanas y que vean todos los días.
5º.- Cuanto más agradable es el tema, mejor se vende el cuadro.
Regla fundamental. Un atrayente paisaje campestre se vende mucho mejor que un oscuro interior, una fabrica o una vista de un callejón cutre lleno de basura. Aunque el paisaje sea de un pintor desconocido de segunda fila y otro lo haya pintado un gran pintor. Muchas veces, si lo representado es agradable, disimula la poca calidad pictórica del cuadro.
El retrato de un señor gordo, calvo, serio, con bigote y vestido de negro, no se lo cuelgan ni sus nietos, aunque lo firme Sorolla. Sin embargo si se trata una mujer joven y guapa, o el denudo de una modelo joven, pues la cosa cambia. Aun dentro de la obra del mismo pintor, los precios pueden variar mucho en función de los temas.
6º- La pintura religiosa se cotiza poco.
A nadie le apetece ver santos con cara de pánfilos y éxtasis en casa. Y menos aun soportar en su comedor escenas de mártires desollados vivos, sangre y casquería religiosa variada. Normal, le quita el apetito a cualquiera. Por eso, en general, la pintura religiosa es difícil de vender. La excepción: santas jóvenes y agraciadas (como las hijas de Ribera), escenas tiernas de la infancia de Jesús (tipo la Sagrada Familia o paisajes de la huida a Egipto), episodios que se presten al lujo y el lucimiento (Adoración de los Magos) o incluso en ambientes gay, efébicos santos semidesnudos (San Sebastián).
7º -Los cuadros con un historial documentado se venden mejor.
Las pinturas a las que se les puede seguir el rastro a través de testamentos, recibos de ventas, inventarios, fotografías antiguas de familia en los que aparecen, etc…, son más fáciles de vender que otras que parecen surgir de la nada, puesto que su autenticidad resulta más constatada y ofrecen más garantías al comprador-inversor.
8º -Los cuadros con anécdotas reseñables son más atractivos.
Los cuadros que posean un historial interesante, con anécdotas tanto del pintor como de sus sucesivos dueños, tienen un mayor valor añadido, ya que esta pequeña historia les confiere un aura más atractiva y novelesca.
9º- El tamaño sí importa.
Teóricamente, cuanto más grande es un cuadro, más debería de valer. Sin embargo, esta regla tiene sus excepciones. Por ejemplo, los cuadros de tamaño desmesurado son muy dificiles de vender por la sencilla razón de que las casas cada vez son más pequeñas, los techos más bajos y hay menos espacio en las paredes. Es muy difícil que alguien tenga en su casa una gran pared completamente vacía, aguardando nuestro cuadro.
Los cuadros de tamaño medio o pequeño son mucho más fáciles de encajar. Comparativamente tienen mucha más salida. En el pasado, tratantes de arte sin escrúpulos, no dudaban en desmembrar un cuadro grande en varios más pequeños, pero de más fácil venta, mutilando irremediablemente una obra de arte.
10.- Cuanto mejor estado, pero a la vez menos restaurado se encuentre el cuadro, mejor.
Esto parece un poco contradictorio, pero se basa en el hecho de que en el pasado muchas restauraciones eran excesivas y perjudiciales ya que alteraban, repintaban o patinaban completamente los cuadros, modificando gravemente su aspecto original. Por eso se prefiere el cuadro menos alterado posible y que conserve mejor en su estado primitivo.
Una vez tenidos en cuenta estos factores, podremos determinar un precio base para la venta. Pero sabiendo que este precio no es sagrado, sino que como en toda compra venta, es solo una referencia para empezar a trabajar.
Además hemos de tener en cuenta dos factores:
• La comisión que cobre el intermediario (anticuario, casa de subastas o marchante) que efectúe la venta. Esta es completamente variable, pero puede ir desde el 10 hasta el 50 % del precio final.
• La coyuntura económica global en la que se realice la venta: En épocas de crisis, como todo lo que es un lujo prescindible, las ventas de arte caen mucho y los precios también.
JOSE PAYA ZAFORTEZA (GAIA Restauración)